jueves, 14 de septiembre de 2017

Norte de Italia (2): Bérgamo, Milán y lagos de Garda y de Como.

Bueno, pues después de daros una semanita y pico para ver si los conocedores de la zona se animaban a participar en el juego propuesto en la primera entrega de nuestro viaje por el norte de Italia me dispongo a contaros el viajecito del verano en otras cuatro entregas más.

Yo soy de los que gustan de ir junto a las ventanas en los aviones, y si las nubes dejan, me encanta intentar reconocer ríos, ciudades, montañas... sobre los que pasamos. En esta ocasión sobrevolamos la zona central de Pirineos, lo que nos permitió ver fugazmente algunas de sus montañas más altas e incluso algún que otro glaciar, cada vez más reducido.


Tras pasar sobre Toulouse, la travesía sobre los Alpes dejaría ver glaciares de mucha más entidad y en pleno descenso, ya en el límite con las llanuras lombardas se dejaría ver el lago d'Iseo, a mitad de camino entre los de Garda y Como, que tenemos "en agenda", ambos como él de origen glaciar.


Llegamos al aeropuerto de Orio al Serio, sito a menos de 3 kms. de Bérgamo, el lunes 31 de julio a media tarde, y tras recoger el coche que habíamos alquilado nos vamos al primer apartamento que teníamos reservado en la ciudad, comprando algunos mínimos en un super cercano, y partiendo hacia la cittá alta, centro amurallado de esta bonita ciudad, a la que accedemos por un funicular que se ha convertido en uno de sus más conocidos atractivos turísticos.


Éste nos deja en la piazza Mercato delle Scarpe, desde donde seguimos por una de las calles más concurridas, la Vía Gombito, hasta alcanzar la piazza Vecchia tras pasar junto a la primera torre medieval (que comparte nombre con la Vía) de las muchas con las que nos ibamos a encontrar en nuestro viaje.

Sorprende encontrar una curiosa fuente y varios edificios de aspecto renacentista en la plaza, tras atravesar varias calles estrechas de aire medieval.



Como se va haciendo tarde y los monumentos más relevantes los pillamos ya cerrados,  nos acercamos a la contigua Piazza del Duomo, donde destaca la capilla Colleoni, que se hizo construir el famoso condottiero que al servicio de Venecia dirigía la ciudad en sus tiempos más gloriosos, poco antes del descubrimiento de América para que os situéis...

Desde el Campanone se aprecia bien la Capilla "anexa" a la Basílica de Santa María.

El "exento"baptisterio junto a la capilla, también combina mármoles de distintos colores...

Y para llevar la obra a cabo, no tuvo problema alguno en cargarse parte de la Basílica de Santa María... aunque es de agradecer que no hiciera lo mismo con el Tempietto della Santa Croce, pequeña iglesia del s. XI que se encuentra al otro lado de la basílica, con un aspecto que a los que venimos de la península ibérica nos recuerda a las iglesias románicas pirenaicas, con los típicos arcos lombardos.


La capilla, decorada con mármoles de distintos colores y engalanada con esculturas es el monumento más espectacular de Bérgamo, pero una vuelta alrededor de la basílica  hasta regresar a la piazza Vecchia y un acercamiento a la Ciudadela por la vía Colleoni también ofrecen rincones inolvidables.



Tras cenar en una pizzería junto a la puerta de acceso a áquella, volvemos rumbo al apartamento dejándonos perder un poco por el entramado medieval y no cogiendo el funicular, sino bajando por las calles junto a las que transcurre la muralla, lo que permite disfrutar de una buena vista nocturna sobre la cittá bassa.



El último día de nuestra estancia en Italia también pasaremos la tarde-noche en Bérgamo y en esta ocasión llegaremos a la cittá alta  rodeando parte de la muralla.


Una vez allí, subiremos al Campanone, también conocido como Torre Cívica, sito en la plaza Vecchia y uno de los mejores miradores sobre la ciudad y su entorno. Llegaremos a ver desde aquí el sky-line de Milán, distinguiéndose con los prismáticos la silueta de su enorme catedral.



Nos quedarán zonas sin visitar, como la del castillo de San Vigilio o la Rocca, dos buenos miradores, pero no hay tiempo para todo. Pero sí para cenar en la pizzería Da Franco, en una plazuela junto a la vía Colleoni, muy bien, y a buen precio, por cierto. Y luego, regreso a la cittá bassa por el funicular.


A los visitantes de la primera entrega os diré que las fotos de Bérgamo son la 35 (caballero en cobre dorado emplazado sobre la cúpula del Duomo), 36 (arco y calle en la cittá alta) y 39 (capilla Colleoni).

La breve visita a Milán (unas tres horas) la llevaremos a cabo el penúltimo día de nuestra estancia por la tarde, una vez dejada atrás la ola de calor que nos había acompañado hasta el día anterior. Y aunque breve, y con algún que otro problema para poder acceder al interior del Duomo y con el tiempo (nos cayó una buena tormenta), mereció mucho la pena.

Tienen los italianos un dicho que recuerda lo prolongado de la construcción del Duomo en un estilo básicamente gótico, cuyas obras no acabaron hasta bien entrado el siglo XX. El resultado es espectacular, dando lugar a una de las mayores catedrales del mundo, forrada de un marmol blanco que al atardecer realza aún más su espectacular fachada principal.


Como os cuento antes, conseguimos acceder al interior tras algún problemilla que otro por tema de horarios (no dejéis nunca la entrada a las iglesias más demandadas en Italia para última hora, pues el acceso se lleva a cabo a veces tras hacer cola en otro lugar, y el cierre de entrega de entradas puede ser, como en este caso, media hora antes de lo anunciado...).

La gran altura de las naves (la central mide 45 m.) y la original decoración escultórica en lo alto de los pilares fue lo que más me llamó la atención, junto al cuidado suelo de mármol.



Bueno, y la curiosa estatua de San Bartolomé "vivito y desollado", con su piel cayendo sobre los hombros como si de un manto se tratara, que aparece con el número 34 en la primera entrega "NON ME PRAXITELES SED MARCO FINXIT AGRAT." (No me hizo Praxíteles, sino Marco da Agrate) es la curiosa inscripción que incluyó su autor a mediados del s. XVI en la base de la estatua.

Las otras dos "milanesas" son la 40 (Madonnina en cobre dorado que se yergue en lo más alto de la catedral) y la 38 (en la Galería de Victor Manuel II, con el escudo de la rival ciudad de Turín y su toro, que ofrece un hueco sito en los genitales de éste sobre donde la tradición manda apoyar un talón y dar tres vueltas para pedir deseos y regresar a Milán).

Tras visitar la catedral tomamos un gelatto y recorremos la enorme y bonita plaza del Duomo, entrando en la impresionante Galería de Victor Manuel II y acercándonos a la Piazza dei Mercanti, desde donde nos tocaría apresurarnos ante la amenaza de negros nubarrones que, finalmente, nos mojarán algo antes de recuperar el coche sobre las 20 h. para seguir nuestra ruta camino del lago di Como.








Pero antes de visitar ese lago ya habíamos dedicado un día a conocer el de Garda, concretamente el tercer día de nuestras vacaciones, después de recorrer Verona y hacer una primera visita a Venecia, y aprovechando que nos encontrábamos entonces alojados en la primera de esas ciudades, muy cerca del lago.

La inesperada ola de calor que nos acompañó en Italia empezaba a hacer mella, y fue una de las razones que nos decidió, aún más, por visitar el lago, con numerosas playas de grava donde refrescarse en su perímetro.

Y después de ser asesorados por el personal de recepción en Verona, nos dirigimos a Lazise, uno de los pueblos recomendados, que cuenta con un recinto amurallado y un castillo bien conservados.



Un "cálido" paseo de algo más de una hora comenzando ya cerca del mediodía nos llevará a replantear los planes, descartando dirigirnos a la concurrida Sirmione, situada al sur del lago en una pequeña península con un único acceso de varios kilómetros donde suele haber embotellamientos... Otra opción era ir en barco desde aquí, pero resulta algo carillo y lleva un tiempo del que no disponemos.

El lago es precioso, aunque la calima del día hace que la visibilidad sea bastante mala. Enseguida tendremos "jugosas" observaciones, con cisnes, fochas, somormujos, anátidas varias, entre las que nos sorprenden varias parejas de patos colorados.., y muchas de ellas con la prole nacida en 2017...

Somormujos lavancos
Pato colorado (macho)

Hembra de pato colorado con la prole.

Decidimos seguir los consejos recibidos, y partimos hacia una zona de baño en un sitio tranquilo y próximo, Cisano. Nos instalamos en una zona verde junto al lago, donde nos bañaremos, nos acercaremos a los patos mucho desde el agua, comeremos y alguno se echará una buena siesta.

Pero nuestro nuevo plan pasa por recorrer toda la orilla este del lago, y a media tarde seguimos hacia el norte, parando en la punta de San Virgilio (enclave con buenas panorámicas que se adentra en el lago) algo más de media hora.


Desde allí nos acercaremos a una playa donde campea a sus anchas una familia de cisnes entre los bañistas.



El canto de la chicharra (o cigarra) se dejaba oir por todos los
lados, y pudimos localizar varias de ellas...

Sobre las 19,30 h. paramos en Malcesine, un pequeño pueblo con un casco histórico medieval bien conservado y, como el resto de los del lago, repleto de turistas, sobre todo de habla germana.



El paseo de algo más de una hora será muy agradable, y nos dejará imágenes inolvidables, como la de la pequeña barca echando las redes cerca del pueblo, o el gato jugando con un ovillo "pasando" de la belleza del cuadro impresionista que tiene tras él.







Y media hora más tarde nos encontramos en Torbole, última parada del recorrido por el lago di Garda, sin apenas tiempo para hacer fotos aprovechando la luz del sol. Un bonito "paseo marítimo" nos acerca al centro del pueblo, con una playita que mira hacia el sur, con los más de 30 kms. de largo del lago más grande de Italia frente a ella, y un pequeño casco bien conservado y repleto de turistas.





Nos lo esperábamos, pero es de envidiar la infraestructura de carriles-bici que hemos encontrado en nuestra visita al lago y que invita a planificar otras vacaciones a dos ruedas por la zona...


Como ya habréis deducido los más avezados, la foto nº 5 de la primera entrega está hecha en ese "paseo marítimo" camino a Torbole...

Y vuelvo al último día de nuestra estancia en la Bella Italia, la mañana del cuál dedicamos a conocer un poco otro gran lago. Me había quedado unos párrafos más arriba en nuestra partida de Milán del día anterior en busca de nuestro alojamiento en Lecco, a orillas del lago di Como. La llegada no fue muy alentadora, pues no encontrábamos el apartamento y la "ley de Murphy" y problemas de conexión y comunicación con la empresa que nos lo alquiló hicieron que accediéramos a él más tarde de lo debido... Pero bueno, el panorama fue a mejor, y el día siguiente amaneció con una atmósfera limpia después del paso de un frente, lo que nos dejaría ver el lago y sus alrededores de una forma muy distinta a como lo hizo con el lago di Garda.

Solo podíamos dedicar la mañana al lago di Como, pues a las 17 h. como muy tarde teníamos que entregar ya el coche en el aeropuerto de Bérgamo. Así pues, optamos por dar un paseo por Lecco y acercarnos luego a uno de los pueblos con más atractivos a priori, Bellagio, y desde allí salir raudos y veloces para devolver el coche.

En Lecco nos acercamos al centro y luego paseamos junto al lago hasta llegar a un puente sobre el río Adda con buenas vistas sobre el lago di Como y sobre el río que desde él sigue hacia el sur y pronto se ensancha formando el más pequeño lago di Garlate. Fue durante este paseo cuando hice la fotillo nº 37 de la primera entrega.






Y en Bellagio nos sorprenderá primero la dificultad para aparcar, aunque al final tendremos suerte, y luego las cuestecillas y vericuetos que tendremos que pasar para llegar hasta el centro a pie... eso sí, ofreciendosenos a cambio panorámicas espectaculares.




Un pueblo con mucho encanto y unas vistas inolvidables en un día tan claro hacia los pueblos "costeros" de su entorno hicieron que las dos horas y pico que estuvimos allí se nos pasaran volando.











Y tampoco faltaron por aquí las "jugosas observaciones"...

Gaviota reidora
Fochas comunes
Y con algo más que un tentempié y el casi obligado gelatto, sobre las 15 horas salimos hacia Bérgamo haciendo una paradita nada más salir para hacer un par de fotillos donde se aprecia lo privilegiado del emplazamiento del pueblo.



Las "playas" parecidas a las del lago di Garda, solo
pudimos contemplarlas fugazmente en esta ocasión.

Luego llegaremos muy justos de tiempo a la devolución del coche por parar antes en el alojamiento donde pasaremos nuestra última noche, lo que hará que la apuremos al máximo (solo nos sobraron un par de minutos para evitar el pago de un día completo...). Y también tendremos algún problemilla cuando volvamos de nuestro último paseo por Bérgamo, el encontrar serios problemas para reservar anticipadamente un taxi, dado que volamos por la noche y a esas horas no hay autobuses que nos acerquen de nuevo al aeropuerto. Finalmente todo saldrá bien... Por cierto, si viajáis por allí, los autobuses desde y hacia el aeropuerto son cada 20 minutos más o menos y cuestan muy poco (unos 3 euros si mal no recuerdo), y el taxi al final anduvo por 20€ más o menos, los cuatro y de noche, lo que tampoco me pareció excesivo.

Y para acabar, os dejo una vista del macizo del Mont Blanc, según salíamos de regreso a Madrid. Por cierto, en la segunda foto de la primera entrega también se ve éste, junto a otros colosos de Alpes.


Salu2 a tod@s y ¡¡hasta la próxima!!






2 comentarios:

  1. Madre mía Manolo. Te contrato como guía turístico. Impresionante Italia. Una pena no poder coincidir este verano.

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