viernes, 18 de marzo de 2016

Senderos musealizados del castro de Yecla la Vieja y ruta alrededor del castro de Saldeana 13/03/2016.

Como ya sucediera la última vez que salimos al campo, para este domingo hemos buscado una alternativa andarina que permita volver pronto a casa sin tener que madrugar en exceso. Cada vez más, hay que compaginar nuestra afición con un tiempo de estudio de los estudiantes de la familia... Y en esta ocasión decidimos combinar la visita al gran castro situado junto a Yecla de Yeltes con una ruta alrededor de otro castro próximo a Saldeana. Ambos datan de la llamada II Edad del Hierro, poblados inicialmente en torno al 500 a.C. por los vettones, y con una ocupación en ambos caso hasta época tardorromana, que continuaría hasta la alta Edad Media en el caso del de Yecla. Y aunque nosotros no lo hemos hecho, es recomendable una visita al aula de interpretación situada en Yecla de Yeltes, con un buen ejemplo de escultura zoomorfa (jabalí, en este caso) característica de la cultura vetona (también conocida como "de los verracos"). Tampoco nos faltó dar una vuelta por Saldeana, donde se pueden encontrar restos de estelas traídas desde el castro en algunas paredes de casas.


Cerca de las 11 de la mañana iniciamos nuestro paseo por el llamado castro del Castillo o castro de Yecla la Vieja sorprendidos por la buena labor que se ha hecho del enclave hace poco tiempo. Buenos carteles con información interesante al lado del aparcamiento y paneles junto a los puntos de mayor interés que ayudan a interpretar lo que allí se encuentra de un modo muy ameno para pequeños y mayores. Y un recorrido intramuros y alrededor de la muralla lleno de sorpresas. Esperemos que perdure en el tiempo y no se lo carguen quienes piensan que lo que es de todos está ahí para romperse...


Iniciamos el recorrido que se nos propone acercándonos a la ermita del s. XV construída en el interior del castro, encontrando una parte de una estela romana en una pared de ella. Se cree que la ermita está construida sobre otra muy anterior que pudiera haber sido uno de los primeros templos cristianos de Hispania.

Nos llevará poco tiempo recorrer este primer camino de poco más de 300 m., que primero pasa junto a algunas chozas reconstruídas hace tiempo, donde suponemos que se concentrará las actividades de la fiesta vetona que se celebra anualmente. El camino se une con el sendero extramuros en una de las puertas de entrada, pero antes de salir nos recreamos con un par de estelas más reutilizadas como parte de los muros de una construcción, y con las primeras "insculturas" sobre algunos bloques de piedra que forman parte de la muralla. Esta palabreja viene a definir los grabados de perfiles zoomorfos algunos de los cuáles están datados en el s. V a.C. Debe haber más de 100 repartidos entre las murallas y en algunas rocas apartadas, y su búsqueda se convierte en un juego muy entretenido. La mayoría representan caballos, pero hay también de otros animales e incluso alguna representación humana como veréis (o imaginaréis) luego.




El estado de las murallas, con más de 4 m. de altura a lo largo de cerca de  un kilómetro de recorrido, resulta impecable tras su restauración.






En esta "inscultura" se representa a una cierva amamantando a un cervatillo. ¿Lo veis claro?


Y en el trayecto extramuros sorprende encontrar una estructura de metal y vidrio donde se muestran formas de enterramiento bien explicadas en paneles junto a ella. Es éste uno de los elementos más llamativos y que corre más peligro, me temo, de durar poco...


Cerca de allí se encuentra el habitáculo de un enterramiento infantil junto a la muralla, en una zona donde también se distinguen bien las "piedras hincadas" que se colocaban junto a aquélla para dificultar el ataque, sobre todo de las caballerías.


Siguen sorprendiendo las "insculturas" por todos los lados, llegando a ésta, donde se representa una escena de caza con un hombre a caballo que porta una lanza fácilmente identificable en el centro.


También se encuentran restos de estelas o columnas reutilizados como material en algunos muros, probablemente de época visigótica o altomedieval.


Hay un par de minirecorridos que salen del que circunda la muralla hacia un molino y hacia esta gran piedra repleta de "insculturas" que se distinguen mejor comparándolas con los dibujos del panel que hay al lado.



Y después de casi dos horas paseando por este espectacular recinto, tras un tentempié, partimos hacia Saldeana, donde comenzaremos a andar ya cerca de las 14 h., que nos recibe con un par de alimoches sobrevolando su casco urbano.

Tras dejar los coches, nos acercamos rápidamente por el llamado "camino del castro y sendero de los molinos y los miradores" a un bucólico merendero habilitado junto a dos molinos semi-restaurados a la vera del arroyo grande que un poco más adelante se precipita para encontrarse con el Huebra tras superar 150 m. de desnivel en menos de un km.



 Y es que sorprende, y mucho, el brusco encajonamiento del Huebra en esta zona. Poco antes de llegar a Saldeana en coche hemos tenido que superarlo por el puente Resvales a poco menos de 600 m. de altitud, y por aquí, tres kilometros y pico más abajo, ya lo tenemos a 450 m..., y seguirá desbocado hasta su desembocadura en el Duero, a tan solo 130 m. de altitud.

Recapitulemos; nos encontramos a la hora de comer en un sitio ideal para hacer eso, comer, con lo que nos instalamos junto a los molinos y dedicamos casi dos horas a dos de los grandes placeres de la vida: el buen yantar y una buena siesta a continuación... Bueno, esta última no la haremos la mayoría, en parte por las muestras de fiebre que muestra una de las intrépidas aventureras que nos acompañan y en parte por dedicar ese preciado tiempo unos a jugar, y otros a dar una vuelta por los alrededores y abrir ambos molinos que no están cerrados. No hay nada en su interior, pero pueden tornarse en un muy buen refugio en días de lluvia o para pasar la noche, por ejemplo.




Por desgracia, el malestar de la pequeña aventurera va a más y su familia decide retirarse de la excursión en este punto para regresar pronto a casa, desde donde nos contarán más tarde que ya andaba por los 38,5º...

Las otras dos familias continuamos el recorrido balizado, pasando por los restos de otros molinos y algún chozo antes de llegar a un mirador espectacular, el llamado del fraile y la monja, no sé por qué...





Desde este lugar y sus aledaños se tienen unas vistas inmejorables sobre ese despeñamiento del arroyo grande sobre el cañón del Huebra de que antes os hablé, y con unas altas peñas justo enfrente donde se pueden ver los buitres muy cerca, algunos sobre sus nidos.



Buitre leonado con su pollo sobre el nido

Sin duda, se trata de un lugar inmejorable para la observación de aves rapaces y cigueña negra.


Al otro lado del Huebra frente a nosotros debe andar otro castro, el de Saldañuela, que no alcanzo a distinguir desde aquí.

Una empinada y corta subida nos aleja progresivamente del mirador, y deleitándonos con los vuelos de los buitres leonados y las vistas nos acercamos al cruce con el sendero que sube al castro.






Poco antes, paramos un ratillo en el llamado mirador de los arribes del río Huebra, desde donde se aprecia bien un cerrado meandro encajado.

Ejercicio de agudeza visual: ¿Dónde está posada la paloma?



Desde el cruce, cuando ya son cerca de las 17,30 h. nos acercamos al castro de Saldeana (también llamado del Castillo, como el de Yecla). Las intervenciones en este castro se han limitado a recuperar una pequeña parte de su muralla, como se aprecia en el plano (la linea blanca). Encontramos en el lienzo recuperado esta esvástica, que no sabemos muy bien si será antigua o no.





A lo lejos una gran montaña de arena permite ubicar enseguida por donde se encuentran las cercanas minas de Barruecopardo.


Terminamos regresando a por los coches pasadas las 18 h., lo que nos permite volver con tiempo de acabar los dichosos deberes...  Nos faltó el castro de las Merchanas, cerca de Lumbrales, que no anda muy lejos de aquí ... ¡Todo no puede ser! ;-) ¡Hasta otra!


viernes, 11 de marzo de 2016

Circular en Abelón por la cascada y el mirador de la desembocadura del Esla. 21/02/16.

En esta ocasión optamos por una marcha cortita que no nos hiciera madrugar y nos permitiera regresar a Salamanca con tiempo para acabar deberes académicos y de otro tipo. Una buena ocasión para afrontar este "jugoso descubrimiento" que el boca a boca  ha convertido en marcha de moda entre nuestros amigos. Javier se encargó de ponernos los dientes largos unas semanas antes al compartir unas fotillos de la cascada del regato la Cunca  y de los miradores sobre el Duero, y el amigo Pina le fue a la zaga unas semanas después cuando, aprovechando las lluvias persistentes se acercó por allí y compartió unas imágenes de la zona que invitaban también a conocerla.

Nosotros hemos tardado algo más en ir por allí y no hemos pillado tanto agua como ellos en el regato, pero hemos disfrutado mucho con el paseo, más corto que el que nuestros colegas hicieron. 

Hasta cerca de las 11,30 h. no hemos comenzado la marcha desde Abelón, y lo hemos hecho siguiendo este track que el amigo Pina dejó colgado en Wikilog tras su visita. 


Media hora más tarde, antes de llegar al desvío que baja hacia la cascada se deja ver la sierra Segundera nevada  por detrás de las lineas de alta tensión que suben desde la presa de Villalcampo.


Poco más tarde se deja ver el Duero y la desembocadura del Esla, aunque este último no se aprecie aún (en la foto se puede deducir por la distinta coloración que traen ambos ríos).


Un poco más adelante decidimos seguir por el camino principal antes de tomar el cruce hacia la cascada. Enseguida llegamos a la Peña la Campana,  mirador privilegiado sobre el Duero en un enclave donde la descomposición del granito aporta formas curiosas al paisaje.


Y quizás la más curiosa sea esta "piedra caballera" donde se pueden apreciar unos curiosos agujeros producidos por la erosión diferencial bajo la roca superior que pende sobre un solo apoyo sobre otra. 


Sobre las 12,15 h. volvemos sobre nuestros pasos en busca del cruce, aunque lo hacemos dando un pequeño rodeo que nos permite pasar por un par de puentes rústicos sobre la rivera que antes hemos cruzado a saltos. Estos recios puentes de lajas de piedra, típicos de la zona, se integran tan bien en el paisaje que hay veces que cuesta dar con ellos al confundirse con las rocas y los musgos que los rodean... 



Me quedo un poco rezagado para acercarme a otro "vista point" ya cerca del cruce y al llegar allí veo que la cascada queda muy cerca y se puede bajar en su busca sin volver, con lo que decido enriscarme un poco y unirme con el resto del grupo ya muy cerca de ella.


A las 13 horas nos encontramos ya en uno de los puntos álgidos del día, con menos de tres kms. recorridos y pocas ganas de caminar... Nos recreamos en las distintas perspectivas de la cascada del regato de la Cunca, que se precipita a pocos metros ya de su desembocadura en el Duero. Los restos de un  molino entre ella y el Duero, donde se mantiene una canal y el cubo donde se almacenaba el agua para moler son un complemento ideal en una zona muy atractiva paisajísticamente y fácilmente accesible.









Media hora después decidimos seguir la ruta en busca del mirador sobre la desembocadura del Esla con algunas protestas de los más menudos, que empiezan a tener hambre.

Nos llevará poco más de 10 minutos acercarnos allí y lo cierto es que es un lugar ideal para dar cuenta de nuestras viandas, con los restos de la ermita de San Vicente al lado. Un curioso campanario sin campana sobre una roca que parece ser que no tiene muchos años de vida queda muy aparente en este enclave.



Las vistas hacia el Esla son espectaculares, sobre todo en época de lluvias en que el Duero llega  vestido con el marrón arcilloso de la meseta y casi duplica su caudal con las aguas mucho más claras procedentes de las sierras leonesas y zamoranas.



Después de comer unos quedan jugando, otras sesteando y el amigo Paco y yo nos acercamos a unas rocas que se tornan en un mirador más que recomendable que abarca desde más allá de la cascada al Este hasta la desembocadura del Esla.









Sorprende la cantidad de gente con la que nos hemos cruzado durante la ruta. E incluso vemos también personas en los riscos del otro lado del Duero, donde éste se encuentra con el Esla.


Ya pasadas las 15 horas, con una calima cada vez mayor en el ambiente decidimos seguir la ruta. Después de hacerlo durante casi una hora sin senda clara, levantando incluso algún bando de perdices a nuestro paso, ya cerca de  contactar con el camino que llevó a Pina y compañía hacia la presa y los molinos de Moral de Sayago decidimos enfilar por otro hasta encontrarnos con la Senda del Duero, con objeto de regresar pronto a Salamanca.



Quizá mejor opción hubiera sido acercarse a los molinos, lo que no hubiera supuesto más de media hora, pero decidimos parar un buen rato en la zona conocida como la fuente del Moro, por donde pasa una rivera que retiene parte de sus aguas en una charca próxima. Alli se quedarán jugando un buen rato los más peques.




El último tramo del recorrido aún nos reserva alguna sorpresita como esta salamandra "momificada" por el paso de algún vehículo o el cruce con alguna bucólica rivera más.



Después de charlar con un paisano que nos pone al tanto de lo que fue y lo que es la zona llegamos a Abelón sobre las 17,45 h.


Cuando nos estamos cambiando junto a los coches, un pastor trae de recogida a su rebaño de ovejas, dejándonos esta última imagen para el recuerdo, con la calima ya tan densa que incluso deja hacer fotos con el sol de frente...


Como os decía al principio, una ruta cortita (no llega al final a los 11 kms.) pero de lo más agradecida.