viernes, 25 de septiembre de 2015

París 22-27/08/2015

Ingenuos de nosotros, pensábamos llegar a París sobre las 4 de la tarde saliendo a las 11 de Burdeos, pues nos separaban tan solo 585 kms... No contábamos con los "bouchones" que se preparan desde el paso por Burdeos en la A10 en esta época. Al final, entre retenciones y tráfico lento tuvimos que sumar 3 horitas en nuestra llegada a Montrouge, tranquilo barrio al sur de París donde habíamos buscado el apartahotel donde íbamos a quedarnos 5 días.

Eso sí, fue llegar, dejar todo, saltar de alegría al ver media torre Eiffel desde nuestra nueva casa y salir raudos y veloces camino del metro para acercarnos a ver la torre entera antes del atardecer (en tan solo 30 minutos desde nuestro apartamento).

La primera impresión al salir del metro no fue buena, pues nos encontramos con una auténtica trama organizada de timadores intentando sacar los 50 euros a turistas incautos con el clásico "truco" de la pelotita y los 3 vasos... Debimos ver entre 10 y 15 corrillos manejando los cubiletes en cuestión, con lo que entre ojeadores, avisadores, colaboradores etc... podía haber cientos de implicados rodeándonos camino de la torre.

Ya bajo ella la cosa cambió y decidimos no subir por la gran cantidad de gente que había esperando su turno. Y como la tarde iba cayendo, optamos por tomar rumbo al Trocadero (curioso nombre español que recuerda una campaña naval de los franceses por las costas gaditanas) para disfrutar del atardecer y del encendido de los focos que iluminan ese monumento de primera que se construyó para la Exposición Mundial de 1889, conmemorativa de los 100 años de la Revolución Francesa. Hay muchas curiosas anécdotas sobre la torre, que si antes de hacerse la intelectualidad parisiense del momento intentó que no se llevara a cabo tamaña monstruosidad que iba a dar al traste con la belleza de la ciudad, que si solo hicieron falta 25 meses para llevarla a cabo, que si la idea primera tras la Expo era su desmantelamiento y posterior reciclaje para la construcción de railes, que si en 1982 se le sometió a una cura de adelgazamiento de más de 1000 toneladas (un 10% de su peso total) aprovechada por un avispado comprador de la chatarra con la intención de revenderla en "trocitos" como souvenir...



El "nuevo" espectáculo de leds intermitentes que llega por la noche a todas las horas en punto con una duración de 5 minutos nos sorprendió haciendo cola para comprar unos bocatas, y nos gustó tanto que decidimos quedarnos hasta la hora siguiente para verlo de nuevo... se apreciaría más en un video, lo sé ;-(.


Ya en Montrouge, de nuevo nos asomamos a contemplar el zigzagueante espectáculo (más llamativo incluso desde lejos) a las 12 de la noche.

El domingo 23 sobre las 12 de la mañana estábamos en la isla de la Cité, acercándonos en primer lugar a la Santa Capilla, cuyas vidrieras encantaron a toda la familia. Me sorprendió la portada exterior, con altorrelieves de gran calidad muy bien conservados.



Luego nos fuimos a Notre Dame, donde, además de su interior, me llamaron la atención algunos detalles escultóricos de su portada principal.




Cuando ya eran casi las 3 de la tarde se hacía urgente encontrar un parque donde comer los refrigerios que llevábamos y tras pasar junto a la Sorbona y ver a la carrera St. Germain des Prés llegamos al cuidado parque de Luxemburgo, frente al palacio del mismo nombre, sede en la actualidad del Senado francés. Unos amigos nos habían recomendado alquilar uno de los veleros de juguete con banderitas de distintos países que surcan el estanque del centro del parque. Por 3 euritos los chavales se lo pasan bomba durante 30 minutos observando el devenir de su velero con un palo en la mano para darle empujoncillos al llegar a la orilla. Al amigo David y a mí nos tocó apañarnos con un velero alemán mientras las chicas descansaban en las sillas de metal que proliferan en torno al estanque. Al día siguiente veríamos más sillas de metal en los jardines de las Tulerías.., me gustaría saber lo que durarían unas sillas públicas sin fijar en el suelo en los jardines de Salamanca, por ejemplo...


Después de comer nos dimos una vuelta por el parque, donde me sorprendió la Fontaine Médicis, algo escondida en la actualidad por su cambio de ubicación en el s. XIX durante la reforma urbanística de París por Haussman. Se representa el momento justo en que el gigante Polifemo, prometido de Galatea, la descubre junto a su amante Acis (al que matará de una pedrada a renglón seguido, dicho sea de paso).


No fuimos al Panteón, a pesar de estar cerca, pero si que nos dejó ver su imponente cúpula desde el parque.


Decidimos luego encaminarnos a la torre de Montparnasse, hasta hace muy poco el mayor rascacielos de Francia con "solo" 210 m.



Una vez allí decidimos subir (algo más de 40 euritos para los cuatro), y las vistas desde arriba no defraudaron. La torre Eiffel y sus alrededores es lo primero que llama la atención, pero a mí me sorprendió aún más el tamaño de la zona urbana de París, que casi cubría al completo lo que nuestra vista abarcaba. Una pena no llegar a mejor hora, pero todo no se puede...




Después de merendar algo salimos rumbo a la Ecole Militaire, buscando acabar el día de nuevo frente a la torre Eiffel, pero en el Campo de Marte, justo al lado opuesto al día anterior.





Resulta curioso ver una gran cantidad de inmigrantes ofreciendo champán y otras bebidas a los turistas que esperan el atardecer frente a la torre.



Cerca de las 21,30 horas enfilamos a una boca de metro próxima y volvemos a Montrouge para cenar.

Al día siguiente, viendo la lluvia caer tras los cristales del apartahotel, nos lo tomamos con calma, aprovechando para hacer acopio de víveres en un supermercado antes de partir hacia el Arco del Triunfo, primer objetivo turístico del día. Sigue lloviendo al llegar allí, pasadas las 13,30 horas. Este monumento de exaltación napoleónica y de la Grande Armée rebosa de referencias a generales, batallas y conquistas, y entre ellas descubrimos una a la salmantina Fuente de Oñoro (se comieron la "s"). Lógicamente, no aparece referencia alguna a los Arapiles...


Los altorrelieves que decoran las paredes exteriores son de gran tamaño, como el propio arco, que sigue el modelo de los arcos de triunfo romanos. En época de Napoleón se empezó a construir éste, y otro menor, el de Carrousel, basado en el de Constantino de Roma. Una linea imaginaria une ambos arcos, y en su trazado se situarán posteriormente el obelisco de Luxor regalado por Egipto (en el centro de la actual plaza de la Concordia, donde antes se instaló la más célebre guillotina en los años más turbios de la Revolución), y el "Grand Arch", obra culminante del gran proyecto de la Defènse, que trajo grandes rascacielos a la ciudad en tiempos de Mitterrand. En un día claro se pueden distinguir bajo el menor de los arcos todos estos monumentos en perspectiva, y con el Louvre y su pirámide justo detrás.


Cuando la lluvia amainó un poco decidimos seguir esa linea imaginaria de que os hablo, primero por la Avda. de los Campos Eliseos, asomandonos al Lido, y viendo de paso tiendas y concesionarios de coches donde se exponen últimos modelos y prototipos futuristas.

Pasadas las 15,30 h. paramos a comer al llegar a un parque arbolado, siendo visitados enseguida por varios estorninos pintos.


Al llegar a la altura del puente de Alejandro III, la vista de sus estatuas doradas y la mole de los Inválidos al fondo, junto a una amenaza de lluvia cada vez mayor, nos decidió por hacer un giro, pensando que podía ser buena idea ir hacia allí para visitar sus instalaciones y refugiarnos de paso en caso de lluvia.



Es curioso que el puente tenga el nombre de un zar ruso, y esto se debe a que fue un regalo de dicho zar a Francia para la exposición universal de 1900, con motivo también de una alianza militar franco-rusa. Para la misma exposición se construyeron también en la misma zona el Grand Palais y el Petit Palais, conformando en la actualidad junto al puente y los Inválidos un conjunto monumental muy atractivo.



Ya en el "Hôtel des Invalides" entramos a visitarlo. Su construcción comenzó a mediados del XVII para dar cobijo a soldados mutilados o retirados sin medios para subsistir. Las instalaciones fueron ampliándose progresivamente hasta culminarse con una gran cúpula recubierta con 12 kg. de oro aplicado en láminas. No entramos a visitar la Dôme, donde se encuentra la tumba de Napoleón, pero si la iglesia de San Luis, con continuas referencias militares, como la exposición de pendones arrebatados al enemigo en distintas batallas.


Una fuerte lluvia nos hizo quedar allí más de lo pensado. Hasta Napoleón parecía algo enfadado a la vista del panorama que ofrecía la tarde...



Sobre las 18 h. escampó un poco y tomamos rumbo a la zona del Louvre, pasando antes junto al impresionante edificio que alberga el Museo de Orsay, una antigua estación de ferrocarril inaugurada también en la Expo de 1900.


Las vistas desde la orilla del Sena y desde sus puentes impresionan aún más con la presencia amenazante de negros nubarrones.



Media hora más tarde, ya en las Tulerías, el sol se dejó ver tímidamente, justo al llegar al arco de triunfo del Carrousel, del que ya os he hablado antes.


Tras recrearnos un buen rato en las esculturas y monumentos que rodean al parque y hacer alguna fotillo a algunos habitantes alados del mismo, como la joven gaviota reidora en pleno cambio de plumaje que os dejo, tomamos rumbo a la plaza de la Concordia con idea de acercarnos a la Madeleine, impresionante iglesia que reproduce los cánones de los templos romanos. Como la encontramos cerrada y el día está un tanto triste, decidimos empezar la visita del día siguiente por aquí y volver ya a Montrouge, aunque aún no sean las 20 horas.







El martes 25 entraremos en la Madeleine y daremos un paseo bajo las grandes columnas que la rodean. Desde la entrada de la iglesia se ofrece una buena perspectiva hacia la plaza de la Concordia donde, además del obelisco, destaca otra mole neoclásica, el Palais Bourbon, sede de la Cámara de Diputados.


Desde allí nos dirigimos a la Ópera de Garnier, no sin antes entrar un momento en las galerías Lafayette que ocupan el edificio Au Printemps, que conserva aún parte de la fachada original y una vidrieras y balcones interiores modernistas del primer centro comercial de París.


Frente a la Ópera, construida en la segunda mitad del XIX, de nuevo nos deleitamos con una gran cantidad de detalles escultóricos de gran calidad. Me quedo con las ganas de entrar, pero tenemos pensado dejar la "visita interior" del día para el Louvre.




Pasamos por la plaza Vendôme, donde la gran columna napoleónica que imita a las de los emperadores Trajano y Adriano se encuentra tapada, en proceso de restauración. Me quedo sin ver los relieves esculpidos en el bronce procedente de los cañones tomados a los austriacos en Austerlitz.., aunque por otro lado uno empieza a estar algo saturado de escenas bélicas y homenajes napoleónicos...

Al llegar al Louvre, palacio real reconvertido en museo a finales del s. XX, nos enteramos que cierra los martes... Decidimos quedarnos a comer en la gran plaza junto a la pirámide de metal y cristal que ejerce de linterna para iluminar las salas inferiores del Louvre.


Luego nos damos un paseo por la orilla izquierda del Sena, pasando junto a una pequeña estructura repleta de "candados de amor" que supongo que será una parte de los retirados hace un par de meses del puente de las Artes debido al desprendimiento de alguna de sus rejas el año anterior y por el peligro que suponían para viandantes y "bateaux-mouche". Precisamente es en uno de estos barcos-mosca donde tenemos idea de pasar parte de la tarde, pero como para la salida del siguiente faltan 45 minutos, una vez sacados los billetes nos acercamos a las islas de la Cité y San Luis antes, disfrutando de muy buenas panorámicas desde los puentes de la zona.




El paseo en barco resulta mucho más entretenido de lo que me esperaba, a pesar de la lluvia... Nos quedamos sin ver la pequeña estatua de la Libertad desde el barco, al dar la vuelta un poco antes y, ya de regreso hago alguna fotillo al puente de Alejandro III y a un par de las más de 300 máscaras diferentes que engalanan el pont Neuf (el más antiguo de París, a pesar de su nombre).



De nuevo paamos junto a Notre Dame camino del Hôtel de Ville, en cuyas inmediaciones tiene lugar un acto oficial con desfile y actuación de banda musical conmemorando la liberación de París de los nazis. Llama la atención el ver una gran cantidad de banderas francesas con algunas republicanas españolas entre ellas, y es que varias milicias de republicanos españoles fueron de las primeras en entrar en el París liberado.



Camino del Marais nos acercamos al colorista centro cultural Georges Pompidou... que también cierra los martes... El paseito hacia el barrio del Marais resulta entretenido, acabando en la plaza de los Vosgos, la más parecida por estos pagos a las plazas mayores españolas, aunque aquí sus soportales no tengan restaurantes y tiendas y sigan cubiertas de cesped y arbolado como la de Madrid (casi coetanea) o la de Salamanca en el pasado.



Sobre las 7 de la tarde nos acercamos a la plaza de la Bastilla y cogemos el metro para finalizar la jornada en Montmartre.


Una vez allí visitamos el Sacré Coeur, moderna iglesia de peregrinación construida a principios del s. XX con el mayor mosaico del mundo en su interior y con espectaculares vistas de París desde los alrededores y desde su cúpula principal, a la que accedo poco antes de la hora del cierre. Hay desde aquí una curiosa perspectiva de París desparramado con los 317 m. de la Torre Eiffel frente a frente con los 210 de la torre Montparnasse.





Un pequeño paseo por las bohemias calles de Montmartre recordando las tribulaciones de Amelie se convierte en el punto... y seguido de nuestra visita a París.


Los dos días siguientes los dedicaremos a los parques temáticos de Disneyland París, el primero con buen tiempo al de Disneylandia y el segundo con lluvia incesante al de los Estudios. Menos mal que las atracciones están preparadas para que no te mojes en exceso... Os dejo algunas fotillos de estos dos días en que lo pasamos muy bien, sobre todo los peques.






En la última foto que hice el amigo Mickey parece estar haciendo un hechizo con su varita mágica para la lluvia pare un poco de cara a nuestro último objetivo vacacional, el valle del Loira...