miércoles, 30 de julio de 2014

Punta Umbría 6-11 de Julio de 2014.

Cuando ya ha pasado más de un mes desde la última entrada de nuevo hago acto de presencia para poneros al tanto de nuestras andanzas veraniegas. Hemos pasado una semana más bien playera en Punta Umbría, aunque nos hemos salido del guión algún día que otro...
Una tarde nos acercamos al Centro de Visitantes de la Reserva Natural de las Marismas del Odiel, muy cerca de donde nos alojamos. Era ya tarde (más de las 20 h.) y el Centro estaba cerrado. Aún así, la hora hizo que asistiéramos a uno de esos momentos mágicos en que las aves de la marisma llegan a las lagunas y salinas donde duermen, dejándonos contemplar muy de cerca especies de aves muy variadas: flamencos, cigüeñuelas, agujas, archibebes, correlimos, chorlitejos...











Una lavandera boyera se unió a la fiesta, dando un toque de color al blanco y negro que acostumbran a mostrar los limícolas o las gaviotas.


Dedicamos un día a conocer Tavira y su playa en el Algarve. Por la mañana estuvimos dando una vuelta por el conjunto histórico y nos fuimos en el "barco-bus urbano" a la "Ilha de Tavira" donde nos recibió una enorme playa de arenas muy finas y más que fresquitas aguas; a media tarde pudimos ver delfines muy cerca. En el trayecto también se veían limícolas y garcetas a orillas del río, e incluso un bando de espátulas que no fotografié.









También dediqué varias horas mañaneras a buscar, infructuosamente, al esquivo camaleón que debe abundar en el parque natural de los Enebrales, pudiendo disfrutar de las frecuentes apariciones de rabilargos e incluso de un pequeño conejo que se dejaba acercar en demasía.




La última tarde me acerqué a Punta Umbría y desde allí al faro, al habérmelo recomendado Juanjo, pues cuando regresan los barcos de pescar suelen llegar acompañados de gran cantidad de gaviotas en busca de despojos, entre las que a veces hay también págalos hostigándolas. No vi nada de eso, pero disfruté de un paseo muy agradable, llamándome la atención la colonia de cangrejos violinistas que hay en la zona del puerto y el contraste de tanta riqueza natural con las refinerías del otro lado de la ría.










Al pequeño David le encantaron las salamanquesas que adornaban las fachadas del hotel al caer la tarde, con esas ventosas en las patas que les permiten escalar y "rapelar" a gran velocidad, así como descansar en posiciones inverosímiles...