viernes, 17 de enero de 2014

Retazos del 2013 -primer cuatrimestre-

Como últimamente no nos prodigamos demasiado en la deliciosa afición de las salidas al campo por razones varias, y cuando abrí el blog me propuse subir entradas con cierta frecuencia, he decidido colgar unas cuantas fotos del 2013 que me hacen revivir momentos "especiales" al revisarlas. Conseguir esto es seguramente la razón fundamental por la que hago fotos... Empiezo con una de cuatro entregas que espero ir completando en breve.


Esta foto la hice en febrero durante una marcha entre Mieza y el poblado de Aldeadávila. Un pequeño rayo de luz entraba entre las sombras e impactaba sobre estas florecillas tempranas que siempre animan los arribes del Duero en pleno invierno.


Aunque esta foto no es del 2013, todos los años visitamos la zona, y la he elegido frente a otras con mejores "luces" por el elemento que se destaca en ella, que siempre me llama la atención. Aparte de la precariedad de los materiales empleados para construir el monasterio del "desierto" de las Batuecas, y el "bosquecillo" de cipreses, que encajan muy bien en este enclave único del sur de Salamanca, esta espadaña-campanario sin campana me parece algo único, al darle vida a un pino piñonero desde hace años, que se aferra a ella de forma casi milagrosa. ¿Dónde se sustenta?

En marzo nos acercamos a otro espacio natural arribeño de los de cinco estrellas, el pozo de los humos y sus alrededores. Lo hicimos unos días antes de que se produjera una tragedia al caer un joven desde lo alto del la cascada, iniciándose una búsqueda del cuerpo que llevó incluso a prohibir las visitas a los alrededores durante algún tiempo. Cuando vamos allí solemos acercarnos desde Pereña al mirador sobre el Pozo para regresar luego al pueblo e ir desde allí andando a un precioso balcón sobre el Duero tras pasar por las cascadas del Pozo Airón. Os dejo unas fotillos de dicho balcón y de la zona del Pozo de los Humos, donde el río de las Uces no dejaba caer tanta agua como otras veces pero estaba espectacular, como casi siempre en primavera u otoño.



También en marzo tuve la suerte de hacer unas cuantas fotos a los picogordos que pasan parte del invierno y la primavera en el Parque de los Jesuítas. Ya los había visto antes por allí, pero nunca con la cámara en ristre.


En Semana Santa nos acercamos a Portugal, visitando la "velha" Lisboa y Sintra, y regresando por tierras alentejanas y pacenses. Muy recomendables la ciudad de Évora y Monsaraz antes de la frontera, y Jerez de los Caballeros y Olivenza en Extremadura.


Me llamó la atención esa ausencia de vértigo que se refleja en los rostros de estas gaviotas patiamarillas, más preocupadas en pillar un bocado procedente de los turistas que pasaban a su lado que por la "caída" que salva el elevador lisboeta de Sta. Justa.


En esta pretendía reflejar el suave movimiento de otro elevador aprovechando la escasa luz nocturna para desplazar la cámara a la velocidad del "eléctrico" y conseguir ese efecto.


En un parque de Sintra me topé con este helecho solitario que iba desplegándose desde esa forma helicoidal tan curiosa que caracteriza a estas plantas cuando nacen. Su soledad y esas flores violetas a lo lejos me hicieron disfrutar de un buen rato tirándome por el suelo y dando vueltas en busca de un buen encuadre.



Desde Sintra nos acercamos a la costa atlántica y estuvimos en este mirador sobre el pueblo de Azenhas do Mar en un día de fuerte marejada con grandes cantidades de espuma a la orilla del mar.

  
De Évora os dejo dos fotos. Una de ellas hecha en un parque donde un bello edificio modernista en ruinas parecía estar bajo el dominio de los pavos reales, haciendolo con ello aún más atractivo, en un día en que de vez en cuando salía el sol entre aguacero y aguacero, dejando unas luces de esas que suelen gustar a los foteros...


La otra, del lugar que más choca en la visita de la ciudad, la "capela dos ossos" (capilla de los huesos), con esas palabras grabadas en la piedra a su entrada que te hacen recapacitar sobre la fugacidad de la vida: "Nos ossos que aquí estamos, pelos vossos esperamos".



El pueblo de Monsaraz, al que llegamos a última hora de la tarde camino de Jerez de los Caballeros, me sorprendió muy gratamente; no lo conocía y llegamos en un momento especial, no solo por la hora y el día, sino por lo verde que estaba la dehesa a su alrededor. Un paraíso para el que no gusta de esquivar coches durante su visita a cascos históricos con encanto. Amplias vistas desde su privilegiada situación en lo alto de una colina...


Llegamos a Jerez de los Caballeros ya de noche, y la lluvia parecía querer estropearnos el final del puente, pero no fue así. A la mañana siguiente recorrimos el pueblo, en este caso sí, debiendo esquivar coches continuamente en sus estrechas calles, donde ya huele a Andalucía. Queda mucho por hacer en este bello pueblo para aprovechar mejor un tirón turístico con muchos alicientes.

Nuestra última parada sería Olivenza donde sorprenden muchas cosas, como la rica ornamentación manuelina del interior de su iglesia matriz. Continuamente se nos recuerda la historia de este pueblo "portuñol".

 Os dejo para acabar esta primera entrega con tres fotos de textos curiosos con los que nos topamos en Olivenza y que hablan de este mestizaje que caracteriza y hace su visita especialmente "agradável".









 

1 comentario:

  1. Fe de errores: Si os fijáis bien, en el campanario de las Batuecas, aunque pequeña y algo mimetizada, si que hay campana... Sorry!

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